En Mitologías dice Barthes: “La función del mito es eliminar lo real; es, estrictamente, un derrame incesante, una hemorragia o, si se prefiere, una evaporación, en síntesis, una ausencia sensible.”
Podría decirse que el mito se dirige hacia esa dirección, como en una especie de goteo incesante va tejiendo estrategias para acrecentar lo amorfo o indefinido dentro de cierta estructura donde el mito se ha asentado. Así establece un pasaje desde un término con mala fama a una idea dónde pueda albergarse más significantes de índole más amable y confortables, sin pedir demasiada explicación pues el mito niega la explicación. Ese metalenguaje es utilizado para atenuar lo discordante, hacer ver en donde hay realidad, ideología y donde hay naturaleza, intención histórica.